Keystone XL puesto en espera
El movimiento por la justicia ecológica ha crecido tanto en tamaño y determinación de sus protestas, como en la disposición de sus activistas para abrazar otras cuestiones.
BARACK OBAMA postergó una vez más su decisión de aprobar, o no, la construcción del oleoducto Keystone XL, que transportaría petróleo de las arenas de alquitrán de Alberta, Canadá, a las refinerías estadounidenses en la costa del Golfo de México.
El anuncio fue hecho bajo radar el 18 de abril, cuando Washington terminaba de celebrar el fin de semana de Pascua de Resurrección, y fue claramente diseñado para evitar el polémico tema hasta después de las elecciones de noviembre. "Aprobar el ducto antes de la elección afligiría la vida de los aliados y donantes de Obama en la comunidad del medio ambiente", señaló el Washington Post, "pero rechazarlo sería políticamente perjudicial para vulnerables demócratas corriendo este año en distritos conservadores".
Pero la demora es también una señal de la continua presión que desde abajo se amontona contra el oleoducto, por el fin que su construcción significa a cualquier esperanza de contener la crisis climática.
El 22 de abril, el Día de la Tierra, hubo manifestaciones en todo el país en contra de Keystone XL, incluyendo una serie de acciones en el parque frente a la Casa Blanca realizadas por la Alianza Vaquero-India. Por su parte, la red nacional Convergencia Global Climática, realizó 10 días de acciones, entre el Día de la Tierra y el Primero de Mayo, Día Internacional de la Clase Obrera, para resaltar no sólo la tremenda amenaza al medio ambiente, sino además su conexión con otros temas de la justicia social.
Hasta la semana pasada, un dubio estudio de impacto ambiental publicado por el Departamento de Estado en enero parecía haber despejado el camino a Obama para dar luz verde al proyecto. Pero esta semana, la Casa Blanca dijo que la decisión sería prematura, dada una disputa legal sobre la ruta del oleoducto en Nebraska. Además, los funcionarios del Departamento de Estado dicen que necesitan más tiempo para repasar el "número sin precedentes" de nuevos comentarios públicos –unos 2,5 millones– recibidos desde inicios de marzo.
LOS REPUBLICANOS, para quienes todo oleoducto es una bendición, atacaron a Obama por retrasar "un proyecto que crearía empleos", cediendo a la presión de los "activistas radicales", como lo expresara el senador republicano por Kentucky, y Líder Minoritario del Senado, Mitch McConnell.
Pero el presidente también enfrentó críticas de demócratas que han llenado sus bolsillos con dinero de la industria de los combustibles fósiles. Días antes del anuncio, 11 senadores demócratas escribieron a Obama y le instaron a tomar una decisión antes de que mayo terminara; entre ellos, la senadora por Dakota del Norte, Heidi Heitkamp, declaró en un comunicado que: "Es absolutamente ridículo que este largo proceso de cinco años continúe por tiempo indefinido".
La senadora por Louisiana, Mary Landrieu, cuyo ducto personal a la industria del petróleo y el gas le ha significado $530.000 en contribuciones entre 2009 y 2014, criticó la demora por ser "irresponsable, innecesaria e inaceptable... [E]l gobierno está señalando que una pequeña minoría opuesta al ducto puede atorar el proceso en las cortes para siempre. Hay 42.000 puestos de trabajo, $20 mil millones en actividad económica y la seguridad energética de América del Norte en juego".
Los "42.000 puestos de trabajo" son uno de los argumentos favoritos de quienes apoyan el oleoducto. Sin embargo, lo que no dicen es que todos menos 100 de esos 42.000 trabajos habrán desaparecido después de la construcción del ducto, en seis meses.
Y que Keystone XL esté siendo frenado por una "pequeña minoría" es tan falso como esos empleos. En realidad, millones de personas en todo Estados Unidos, y el mundo, rechazan el oleoducto Keystone por el abrumador daño ambiental que provocaría. El científico James Hansen, que trabajó para la NASA, declaró que si el oleoducto fuera construido y las arenas de alquitrán de Alberta explotadas sería un punto de no retorno para el cambio climático.
Luego están los millares de personas en las comunidades en el camino del ducto, incluyendo pueblos nativos cuyas tierras serán violadas, que han protestado y tratado de bloquear el proyecto, inquietos que el riesgo de derrame de las arenas de alquitrán y de contaminación causada por el gasoducto son mayores que cualquier beneficio económico que pueda traer.
De acuerdo con dos organizaciones de la salud pública, el impacto en la salud que Keystone XL tendrá en las comunidades que atraviese está lejos de ser claro. En una carta enviada al Secretario de Estado, John Kerry, la Asociación Americana de Salud Pública (APHA) y la Asociación Nacional de Funcionarios de Salud de Condados y Ciudades llama por un estudio completo de las potenciales consecuencias, basado en información ya disponible sobre los efectos de la explotación de las arenas de alquitrán; algo que, aunque parezca increíble, todavía no se ha hecho.
Según Georges Benjamin, director ejecutivo de APHA, "Si construyen [el oleoducto] a través de comunidades ya económica y físicamente devastadas –desde una perspectiva de salud – va a haber un desigual impacto cuando suceda algo malo, como una fuga en el ducto".
¿Luce promesa de 42.000 puestos de trabajo, en su mayoría temporales, bien cuando, por ejemplo, queda claro cómo la exposición continuada a coque de petróleo –un subproducto de la explotación de las arenas de alquitrán – puede enfermar a las personas con asma o incluso cáncer?
ESTO PLANTEA un importante debate sobre el mito de que tenemos que elegir entre trabajos o el medio ambiente es muy común, especialmente dentro del movimiento obrero, donde algunos sindicatos, particularmente los de oficios de la construcción y la AFL-CIO, apoyan la construcción del ducto.
Pero como el autor Jeremy Brecher comentó en The Nation:
Un punto de partida para esta historia es reconocer el interés común en ambos, la supervivencia humana y en medios de vida sostenibles. Parafraseando a Abraham Lincoln, si Dios hubiera tenido la intención de que algunos lucharan sólo por el medio ambiente y otros lucharan sólo por la economía, Él habría hecho que algunas personas que pudieran vivir sin dinero y otras pudieran vivir sin agua y aire.
No hay dos grupos de personas: ambientalistas y trabajadores. Todos necesitamos un medio de vida, y todos necesitamos un planeta habitable para vivir. Si no hacemos frente a ambos, juntos moriremos de hambre mientras esperamos freírnos [bajo los efectos del calentamiento global].
Brecher señala las nuevas y las no tan nuevas formas en las que obreros y ambientalistas se han unido para luchar por una causa común. Por ejemplo, la Mesa Redonda de Connecticut sobre el Cambio Climático y el Empleo, que incluye a la rama estatal de la AFL-CIO y una variedad de sindicatos, organizaciones comunitarias, grupos religiosos y ambientalistas, dedicados a "la necesidad de construir una economía sostenible, con empleos bien remunerados aquí en Connecticut, y reducir la amenaza de perturbación climática aquí y en el resto del mundo".
Del mismo modo, los trabajadores de la industria del transporte, Brecher señala, han estrechado brazos con ecologistas para luchar por sistemas de transporte público bien financiados, lo que abrirían más empleos. En cuanto a la industria del carbón, Brecher dice que un estudio realizado por la Red de Trabajo para la Sostenibilidad:
...encontró que en varios casos, los sindicatos que representan a trabajadores de la energía y el carbón han apoyado el cierre previsto de sus altamente contaminantes plantas, porque ambientalistas y funcionarios del gobierno trabajaron con ellos para asegurar una "transición justa" en la que la subsistencia de los trabajadores y las necesidades de sus comunidades fueron abordadas.
En otras palabras, la idea de que ecologistas y obreros son enemigos naturales es una mentira, tejida por los medios de comunicación y la industria de los combustibles fósiles.
LA LUCHA para proteger a nuestras comunidades y mitigar la destrucción del medio ambiente no debe ser contrapuesta a la creación de empleos, sino una parte esencial en la lucha por puestos de trabajo.
Esto se ha hecho cada vez más importante para el movimiento contra el oleoducto Keystone, así como éste se desarrolla y crece. En las acciones de la Convergencia Climática Global durante los 10 días entre el Día de la Tierra y el Día del Trabajo, la necesidad de "empleos verdes" fue parte de una más amplia gama de demandas, junto a los derechos de los pueblos nativos, la oposición al racismo ambiental y la batalla contra el Keystone XL.
El plan de la propia Convergencia --vincular Día de la Tierra con el Primero de Mayo, día mundial para la celebración de la lucha obrera--tuvo el propósito de entretejer los hilos de ambos movimientos.
Nadie debe creer que la movida de Obama y su administración de poner la decisión de Keystone en espera sea un acto de coraje contra la embestida de las grandes corporaciones, o para cumplir con su promesa electoral de proteger el medio ambiente. El aplazamiento es un testimonio al crecimiento de las protestas contra el oleoducto, y del subyacente sentimiento público en favor de evitar una mayor devastación ecológica.
Mientras tanto, la mayor apertura del movimiento ecologista a vincular la justicia climática a otras cuestiones sociales ha hecho que más activistas demanden "un cambio sistémico, no climático", en reconocimiento de que el propio capitalismo es la fuente de la crisis ecológica.
En 1999, vimos un atisbo similar de cómo movimiento ambiental puede converger con el movimiento obrero. La protesta contra la Organización Mundial del Comercio en Seattle fue testigo de lo que entonces fue un fenómeno radical: "Teamsters y Tortugas Juntos", como decía el eslogan, cuando sindicalistas y activistas ambientales marcharon no en oposición, pero juntos en un movimiento por la justicia económica y ecológica.
El movimiento anti-globalización colapsó en el tóxico ambiente político conservador que siguió a los atentados del 11 de septiembre de 2001, pero los problemas que hicieron la convergencia de Teamsters y Tortugas posible entonces permanecen tan relevante hoy, y más urgentes que nunca.
Necesitamos construir este nuevo movimiento por un cambio sistémico, no climático, en un plano político más fuerte, y con una nueva generación de activistas.
Traducido por Orlando Sepúlveda