Racista por donde se le mire

July 22, 2013

A cada paso del caso de Trayvon Martin, el racismo imperante que encuentra su hábitat en nuestra sociedad ha quedado expuesto.

"ESTE CASO nunca ha sido acerca de la raza", dijo la fiscal especial Angela Corey a la prensa después de perder su caso contra George Zimmerman, el vigía vecinal que acechó, confrontó y mató a tiros en el calle al joven negro desarmado de 17 años de edad, Trayvon Martin, el año pasado.

La misma idea reverberó como eco en los medios y la prensa en los días después de que el jurado de Florida diera su pavoroso veredicto de "no culpable".

El abogado defensor, Mark O'Mara, le dio un escalofriante giro a los hechos afirmando que la verdadera víctima de racismo era su cliente. "Todo habría sido diferente para George Zimmerman si él hubiera sido negro, por esta razón: Él nunca habría sido acusado de un crimen", O'Mara dijo a los periodistas.

Pero para millones de afroamericanos, y para cualquier persona realmente concernida con la justicia, el asesinato de Trayvon Martin tuvo todo que ver con el racismo que bulle en la sociedad estadounidense.


AHÍ ESTUVO el racismo de George Zimmerman mismo, quien vio a Martin caminando por el vecindario y decidió que "parece que está tramando algo malo", como le dijo a un operador del 911. En otras palabras: Martin era un joven negro en un lugar donde un joven negro no debería haber estado.

Protesters gather in New York City in response to the Zimmerman verdict

Y ahí estuvo el racismo de la policía local, que ni siquiera trató de notificar a la familia del adolescente muerto hasta que su desesperado padre presentó un reporte de desaparecimiento, y que antes de eso aceptó sin cuestionamientos la historia de autodefensa de Zimmerman, y sólo bajo presión de protestas nacionales detuvo al asesino, seis semanas después.

Estuvo además el racismo de los medios de comunicación, que amplificaron cada calumnia hecha contra Martin. Ejemplos hay para elegir, pero destaquemos a Geraldo Rivera, quién no pudo contenerse para culpar a Martin por su propia muerte. "Creo que la capucha (hoody) es tan responsable de la muerte de Trayvon Martin como George Zimmerman mismo", dijo a Fox & Friends.

Luego vino el juicio. Uno de los abogados de Zimmerman, Don West, comenzó con una broma toc-toc, y la farsa sólo se intensificó a partir de ahí.

El jurado mismo --ni un solo afroamericano entre los seis miembros del jurado y los cuatro suplentes-- es una lección de cómo el sistema de justicia elude la justicia a toda costa. El asesinato de Trayvon Martin fue reconocido por gente de todo el país como un ejemplo de discriminación racial, y galvanizó a decenas de miles que se manifestaron contra el racismo. Que el jurado haya privado de afroamericanos desafía incluso el patético concepto de justicia en el Sur estadounidense.

El casi totalmente jurado blanco (hubo dos latinos entre ellos, uno en el jurado y otro como suplente) fue la audiencia perfecta para que la defensa se dedicara a demostrar que Martin fue el agresor esa noche de febrero; aunque haya sido Zimmerman el que salió a "patrullar" con un arma semi-automática. El abogado defensor O'Mara trajo un pedazo de concreto a la corte, lo dejó caer sobre el suelo y dijo: "Trayvon Martin estaba armado... con concreto".

Uno de los testigos de la defensa era una joven madre blanca, Olivia Bertalan, cuya casa había sido robada en el barrio pocos meses antes del asesinato. Ella describió como se escondió con su bebé en un armario, mientras dos hombres afroamericanos desvalijaban su casa. El mensaje: No hay duda de que hay razón para asumir que los negros son delincuentes que vienen a robarte.

Cuando los fiscales llamaron a un testigo que estaba en el teléfono celular con Martin momentos previos a su asesinato, su amiga Rachel Jeantel, la defensa se dedicó a ridiculizarla, y la llamaron racista después de que ella relatara que Martin le había dicho que estaba siendo seguido de un "espeluznante cara pálida" ("creepy-ass cracker").

Los estrechos parámetros establecidos por el juez --y tolerados por la fiscalía-- que dejaron el racismo y la discriminación racial fuera de consideración, hicieron la absolución de Zimmerman casi inevitable, negando a la familia de Martin incluso la más fundamental medida de justicia por la pérdida de su hijo.

Y eso no es todo. De una manera muy real, el veredicto puso un blanco en el pecho de todo joven negro.

Como con Jordan Davis, un joven afroamericano de 17 años de edad que fue asesinado a tiros en una gasolinera en Jacksonville, Florida, casi ocho meses después de que Martin murió. Un hombre blanco, Michael Dunn, decidió que la música emanada del auto de Davis era demasiado fuerte. Dunn tiene previsto utilizar la ley " Mantén Tu Posición " ("Stand Your Ground") de Florida para defender su caso, es decir, argumentará que fue amenazado por el joven... sentado en el interior de una camioneta.

En otras palabras, si eres negro en Estados Unidos, entonces eres sospechoso, peligroso, un criminal, y por lo tanto tu vida es desechable.


LOS HECHOS fácilmente demuestran que el racismo merodeó a través de todo el caso de Trayvon Martin. Sin embargo, cualquier persona que se atrevió a usar la palabra R fue acusado de incitar a la violencia en un momento en que todos debíamos conservar la calma.

El propio Barack Obama avanzó este mensaje. "Sé que este caso ha suscitado fuertes pasiones", dijo Obama. "Y tras el veredicto, sé que esas pasiones pueden intensificarse. Pero somos una nación de leyes, y el jurado se ha pronunciado. Ahora pido a todos los estadounidenses a respetar el llamado a la consciente reflexión de dos padres que perdieron su pequeño hijo".

Pero el columnista del Guardian, Gary Younge, entregó la respuesta exacta:

El llamado a la calma tras el veredicto emplaza la pregunta de qué calma puede posiblemente haber en un lugar donde tal veredicto es posible. No es probable que los padres de niños negros se vayan a sentir tranquilos. No es probable que las parejas de hombres negros puedan sentirse tranquilas. No probable que los niños de padres negros se sientan tranquilos. Aquellos que ahora temen desórdenes sociales violentos deben preguntarse a qué intereses sirve un orden social violento donde jóvenes negros pueden de esta manera ser matados y descartados

En un momento en que muchos esperaban que Obama expresara su oposición, o al menos simpatía por los jóvenes como Martin, su comentario dejó claro que es más importante para el primer presidente negro proteger el estatus quo que cuestionar la obvia injusticia racista que tuvo lugar en Florida.

Obama tiene razón en un punto. Ésta es una "nación de leyes". Leyes como "Mantén tu posición", "Detener y Cachear", la pena de muerte, condenas mínimas obligatorias por delitos de drogas no violentos, y leyes de identificación de votantes. Esta es una nación de leyes que, en general, discriminan y criminalizan a las mujeres y hombres negros y latinos.

Al mismo tiempo, hay algunas leyes que esta nación piensa no se toma la molestia de hacer cumplir: las leyes que protegen la igualdad en las escuelas, en el trabajo y en las urnas electorales. Hace poco un caso retó la Ley de Derechos Electorales de 1965 --un logro fundamental del movimiento por los derechos civiles--, pero la mayoría de los jueces de la Corte Suprema decidieron ignorar el legado de supresión electoral en los estados del sur y la destruyeron. Como resultado, leyes discriminatorias de identificación electoral, fracasadas sólo hace unos meses, están siendo reconsideradas.

Esta "nación de leyes" debe ser tratada con el respeto que se merece, el mismo respeto con el que la gran mayoría de los afroamericanos son tratados.

Desafortunadamente, absolutamente ninguno.


DESDE LA elección de Obama, ha sido la opinión de moda entre la elite política y mediática de que vivimos en una sociedad post-racial. Todavía podrá haber aislados casos de discriminación e intolerancia, dice el argumento, pero el racismo sistemático y estructural es una cosa del pasado.

La muerte de Trayvon Martin y la absolución de George Zimmerman dicen lo contrario. La inverosimilitud del veredicto en Florida se desvanece al observar cómo el racismo yace entrelazado en el tejido social estadounidense.

Como Tavis Smiley dijo del veredicto: "Este es, para muchos estadounidenses, una prueba más del desprecio innegable que este país muestra a menudo hacía los hombres negros".

Por cualquier medida --vivienda, educación, pobreza, empleo, salud, crimen-- ésta es una sociedad que somete a los afroamericanos a las peores condiciones, en los márgenes de la sociedad. Y esa desigualdad es apoyada por un sistema de leyes y la policía que las hace cumplir, y por una ideología que hace responsables a los negros mismos todo lo infligido sobre ellos.

Este hecho fue puesto de manifiesto a cada paso del caso Trayvon Martin. Además ha quedado claro, también, que si no hubiera habido protesta, nadie habría oído hablar de Trayvon Martin y su asesinato habría sido barrido bajo la alfombra.

Después del veredicto la semana pasada, en ciudades de todo el mundo, la gente salió a las calles, a veces en cuestión de horas. Los estudiantes de Defensores del Sueño (Dream Defenders), un grupo organizado a raíz del asesinato de Martin, viajaron a Tallahassee y protestaron en el Capitolio y en el interior de la oficina del gobernador Rick Scott. La Red de Acción Nacional del reverendo Al Sharpton convocó vigilias en todo el país el 20 de julio. Y habrá más por venir. El 50º aniversario de la marcha por el Trabajo y la Libertad de 1963 en Washington se llevará a cabo a finales de agosto, y tras el veredicto de Zimmerman, luce cierto que su conmemoración tomará una nueva urgencia.

En 1955, Mamie Till, madre de Emmett Till, un adolescente de 14 años de edad que fue torturado y asesinado por supuestamente coquetear con una mujer blanca en Mississippi, reflexionó sobre su experiencia después de la muerte de Emmett:

Hace dos meses, tenía un bonito apartamento en Chicago. Yo tenía un buen trabajo. Yo tenía un hijo. Cuando algo sucedía a los negros en el Sur, me decía: "Eso es asunto suyo, no mío". Ahora sé lo equivocada que estaba. El asesinato de mi hijo me ha demostrado que lo que le sucede a cualquiera de nosotros, en cualquier parte del mundo, mejor sea el asunto de todos nosotros.

Y es nuestro asunto seguir demandando justicia para Trayvon Martin, y todos los otros Trayvons, pasados y presentes. Tenemos que luchar por un mundo que suprima la discriminación y el odio racista; uno en el que, como Mamie Till nos enseñó, los derechos, el bienestar y la libertad de cada uno es asunto de todos.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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